Una de cada veinticinco personas con trastornos alimentarios fallece en España

Según un estudio pionero en la Unión Europea, la anorexia y la bulimia alcanzan en nuestro país una tasa de mortalidad del cuatro por ciento. Mientras, la ministra de Sanidad Celia Villalobos reitera que todas las provincias del Insalud tendrán un centro especializado en estos trastornos en el año 2002.

La ministra de Sanidad y Consumo, Celia Villalobos, acaba de presentar en el pleno del Congreso un estudio epidemiológico, pionero en la Unión Europea, que estima que la tasa de mortalidad por anorexia y bulimia en España es de un cuatro por ciento. El estudio, elaborado en colaboración con 11 hospitales nacionales, estima que la anorexia tiene una prevalencia del 0,4 por ciento, la bulimia del 1,2 por ciento y los cuadros mixtos del 2,5 por ciento.

Según este mismo estudio, estos trastornos de la conducta alimentaria se dan principalmente en mujeres entre los 14 y los 22 años, mientras que los casos precoces que ocurren antes de la adolescencia son esporádicos, al igual que en la población adulta (entre un ocho y un 18 por ciento del total de los casos).

Villalobos también facilitó datos de asistencia en el Insalud por casos de trastornos alimentarios. En 1998 hubo 556 ingresos por esta causa, en 1999 fueron 661 y en los primeros seis meses del año 2000 (últimos datos disponibles) fueron 306.

Falta de recursos

Los datos ofrecidos por Villalobos formaron parte de su respuesta a la interpelación de la diputada socialista Matilde Valentín, que pidió un informe sobre los recursos existentes para tratar estos trastornos, reiterando sus críticas a la «falta de recursos» del Sistema Nacional de Salud para tratar estos casos, sobre todo en referencia al «déficit» de centros específicos para el abordaje integral de esta enfermedad. Valentín también lamentó que el PP rechazara en el debate de los presupuestos de este año incrementar los recursos en esta materia.

La diputada socialista también recogió quejas concretas de asociaciones de pacientes y grupos de afectados denunciando que existen «centros fantasmas», sin recursos ni personal cualificado, que se limitan a «engordar a los afectados», dándolos de alta cuando recuperan un índice de masa corporal óptimo. Pero sin abordar el problema desde la psiquiatría como es necesario.

Valentín advirtió que los trastornos de la conducta alimentaria representan la primera patología psiquiátrica en frecuencia en los adolescentes, afectando hasta el cinco por ciento de esta población. Y manifestó su preocupación por el aumento de pacientes cada vez más jóvenes: «se está produciendo un adelanto en la edad de inicio de la enfermedad, dándose casos en niñas de entre 7 y 8 años», advirtió Valentín.

Frente a las críticas, Villalobos respondió que su gobierno ha firmado cuatro acuerdos con las comunidades autónomas por valor de 1.500 millones de pesetas. Y reiteró su compromiso de poner en marcha al menos un centro integral en cada una de las provincias del Insalud.

El cinco por ciento de los adolescentes está en riesgo

Según otro estudio de psicólogos de la Universidad Autónoma de Barcelona, un cinco por ciento de los adolescentes está en riesgo de sufrir anorexia y bulimia ya que presentan síntomas típicos de estas patologías. El equipo coordinado por la profesora Rosa María Raich entrevistó a más de 1.500 alumnos del área de Barcelona, comprobando que casi un nueve por ciento de los jóvenes y el tres por ciento de los adolescentes encuestados sufría trastornos del comportamiento alimentario.

Se detectaron, por ejemplo, siete casos de chicas adolescentes que presentaban una patología próxima a la anorexia nerviosa pues «tenían una extrema preocupación por su cuerpo, una visión desfavorable de ellas mismas y les fallaba la menstruación», señala Raich. Y ello a pesar de que no presentaban un bajo peso corporal extremo.

También detectó un posible caso de bulimia, sin llegar a las condiciones compensatorias de esta patología, pues la estudiante no abusaba de laxantes ni se autoprovocaba el vómito. De todos modos compensaba sus atracones de comida con ayunos y practicando ejercicio físico.