Una nueva técnica mejora el diagnóstico de la alergia a medicamentos y reduce la necesidad de realizar pruebas

Una nueva técnica mejora el diagnóstico de la alergia a medicamentos y reduce el número de casos en que es necesario recurrir a las pruebas de provocación para detectar el fármaco implicado, según comentaron los expertos reunidos en la XXVII edición del Congreso de la EAACI, celebrado recientemente en Barcelona.

El doctor Antonino Romano, presidente de la Red Europea de Alergia a Medicamentos (ENDA), explica que la nueva prueba de diagnóstico en el laboratorio de alergia a medicamentos está basado en un test activación de basófilos (TAB). Según afirma, «este método consiste en un ensayo de estimulación de basófilos en el laboratorio con los alérgenos sospechosos para, de forma posterior, realizar un estudio posterior mediante citometría de flujo». Para que todo ello se produzca, se emplean dos anticuerpos monoclonales (un anti-IgE marcado con FITC frente a receptores de alta afinidad de la membrana plasmática -marcador de basófilos- y un anti-CD 63 marcado con PE -marcador de basófilos activados). De este modo, «se demuestra que cuando los basófilos humanos son activados por el antígeno en el laboratorio a través de los receptores de alta afinidad para la IgE, expresan la molécula alergénica sobre su membrana y puede ser detectada mediante citometría de flujo».

Resultados del test

Este test, no invasivo, ha probado ser eficaz y seguro frente al diagnóstico de reacciones anafilácticas causadas por medicamentos como relajantes musculares, penicilinas, cefalosporinas, y antiinflamatorios no esteroideos. Por tanto, tal y como añade el especialista, «el empleo de esta técnica de las consultas puede mejorar el diagnóstico, aumentar la seguridad y reducir el número de pruebas de provocación, dado el riesgo para la salud del pacientes que esta prueba conlleva».

Asimismo, según los estudios realizados en el Hospital Carlos Haya de Málaga y en la Clínica Universitaria de Pamplona, la aplicación del test de activación de basófilos por citometría de flujo ha resultado eficaz en el diagnóstico de reacciones inmediatas a antibióticos betalactámicos.

Más datos, mejor diagnóstico

Por otro lado, resulta fundamental realizar un diagnóstico certero de la alergia a medicamentos. En opinión del doctor Teófilo Lobera, coordinador del Comité Alergia a Medicamentos de la SEAIC, «no sólo por las precauciones que se deben tomar para evitar una nueva reacción peligrosa, sino porque si el diagnóstico no fuera correcto, se podrían estar evitando fármacos a los que supuestamente se es alérgico, sustituyéndolos por otras alternativas terapéuticas no tan eficaces».

Por ello, y para realizar un correcto diagnóstico de esta patología es fundamental contar con una historia clínica completa e información detallada del fármaco o fármacos sospechosos, así como de la enfermedad por la cual se indicó el tratamiento, del espacio de tiempo entre la toma del medicamento y la aparición de los síntomas presentados, de la duración de los mismos y de la necesidad de tratamiento para controlarlos (antihistamínicos, corticoides…). Pero en muchas ocasiones el paciente no recuerda exactamente lo ocurrido y no aporta informes clínicos que puedan ayudar en su tratamiento. Para el doctor Lobera, «en el caso concreto de los antibióticos betalactámicos es de gran utilidad la realización de pruebas cutáneas con determinantes mayores y menores de bencilpenicilina y el fármaco implicado aunque también es muy útil la realización de métodos de laboratorio debido a que no representa ningún riesgo para el paciente».

Las reacciones alérgicas a medicamentos son, en numerosas ocasiones, un grave problema diagnóstico. Esto se debe, por una parte, al riesgo potencial de los métodos realizados en el paciente, y, por otra, a la falta de pruebas en el laboratorio o al bajo rendimiento de las mismas, especialmente para ciertos medicamentos. Por este motivo «en ocasiones la única forma de confirmar la existencia o no de alergia a antibióticos es recurrir a las pruebas exposición controlada (de provocación) que consisten en la administración controlada de dosis crecientes del fármaco sospechoso». No obstante, y según el experto, «estos test deben de realizarse por personal entrenado en ambientes adecuados donde se disponga de todas las garantías posibles de que en el caso de una reacción esta pueda ser controlada».

El ejemplo de la mujer de mediana edad

Asimismo, a diferencia de lo que ocurre en otras patologías alérgicas como rinitis, asma o alergia a alimentos en las que el primer diagnóstico se produce durante la primera década de la vida, la reacción por medicamentos suele presentarse en torno a los 40 años.

A este respecto, la doctora María José Torres, alergóloga del servicio de Alergología del Hospital Universitario Carlos Haya de Málaga opina que «a pesar de que las primeras manifestaciones alérgicas a medicamentos pueden aparecer a cualquier edad, son más frecuentes en edades medias de la vida, probablemente por el incremento de la utilización de fármacos a partir de los 40-50 años».

Así, en contraposición a otros tipos de alergia, como la dermatitis, la alergia alimentaria, la rinitis o el asma que son más frecuentes en la infancia o en la juventud, la alergia a fármacos en un tipo de patología más frecuentes a edades maduras. Además, y según el doctor Lobera, «aunque no hay estudios que así lo hayan demostrado, en las casuísticas más amplias, predomina la población femenina sobre la masculina».

Respecto a la incidencia real de esta patología en la población general y aunque no se conoce con exactitud, según el informe ALERGOLOGICA, el 14,7 por ciento de los pacientes que acuden por primera vez a las consultas de alergología es debido a algún tipo de reacción por un medicamento. Concretamente, el experto añade que «si se trata de pacientes alérgicos a antibióticos, principales responsables de las reacciones alérgicas, aproximadamente un 15 por ciento de la población afirma reaccionar a la penicilina». Sin embargo, de este grupo, «en consulta sólo entre el 15 y el 20 por ciento se confirma como alérgico verdadero».

Betalactámicos y antiinflamatorios

Los medicamentos que con más frecuencia están implicados en las reacciones alérgicas son los antibióticos betalactámicos (penicilina y derivados, como amoxicilina, y cefalosporinas). En un segundo grupo se encuentran los antiinflamatorios no esteroideos, responsables del 39 por ciento de las reacciones y, en tercer lugar, los antibióticos quinolonas, anestésicos locales, sulfamidas, tetracicilinas y macrólidos.

Respecto a los antibióticos, la doctora Torres indica que «en los últimos años ha habido un incremento en el número de reacciones producidas por la amoxicilina, cefalosporinas y quinolonas, con un descenso de las producidas por bencilpenicilina». Además, «también ha habido avances en el estudio de las reacciones cruzadas entre antibióticos betalactámicos, así se ha visto en la última década un descenso entre las penicilinas y cefalosporinas y entre penicilinas y carbapenemas».

Finalmente, los expertos señalan que los relajantes musculares son la causa más frecuente de reacción alérgica en una intervención quirúrgica con anestesia general. Según el doctor Lobera, «en varios estudios han observado que la población femenina tiene una mayor predisposición para una sensibilización alérgica frente a este tipo de fármacos».

Síntomas en las reacciones alérgicas

Los síntomas más frecuentes en las reacciones alérgicas por fármacos son los que ocurren en la piel. Generalmente son erupciones, exantemas, urticaria con habones, angioedema, pero también pueden producirse síntomas respiratorios, digestivos o de otro tipo. El cuadro más grave es la anafilaxia, suele comenzar antes de los 30 minutos de la toma del medicamento con síntomas progresivamente graves desde picor, urticaria, angioedema, dificultad respiratoria, asma grave, hipotensión y finalmente mareo y pérdida de conciencia (shock). Este cuadro necesita tratamiento urgente e inmediato ya que puede poner en peligro la vida del paciente.

Para la doctora Torres, «las manifestaciones fundamentales de las reacciones inmediatas, que aparecen en menos de una hora tras la toma del fármaco, son la urticaria y cuadros mas severos como la anafilaxia». Por otro lado, las no inmediatas son muy variadas y afectan fundamentalmente a la piel, siendo las más frecuentes los exantemas maculopapulares y urticariales».

Además, según el doctor Lobera, «en ocasiones, el contacto con el medicamento podría dar lugar a una leve sintomatología en forma de picor intenso en la piel o sarpullidos, que puede pasar desapercibida, con el riesgo de reacciones más peligrosas en un nuevo contacto con el fármaco en el futuro».

Mirando al futuro

Las reacciones alérgicas medicamentosas no tienen un tratamiento específico. La terapia de la alergia a medicamentos es la estricta evitación del fármaco causante de la reacción y, como precaución, del grupo de medicamentos relacionados por afinidades moleculares, buscando alternativas seguras de tratamiento. Al contrario que otros tipos, éste no suele desaparecer con la edad por lo que, en principio, una vez demostrado, se recomienda que el paciente no vuelva a tomar el medicamento.

A pesar de ello, se dan ocasiones en las que no hay una alternativa terapéutica válida, como podría ser el caso de alergia a antineoplásicos, a tuberculostáticos, a sulfamidas en pacientes con SIDA, a penicilina en pacientes con determinados tipos de infección, intolerancias a ácido acetil- salicílico en pacientes que precisan su utilización como tratamiento antiagregante plaquetario. En estos casos, el doctor Antonino Romana opina que «se pueden realizar técnicas de desensibilización, que consisten en favorecer o permitir a un paciente alérgico la tolerancia de un determinado medicamento a lo largo de un periodo de tiempo».

Por todo ello, el estudio de la alergia a medicamentos representa un reto importante para el alergólogo por los continuos cambios que se producen en este campo: aparecen nuevos medicamentos que potencialmente pueden producir reacciones alérgicas, pero también nuevas enfermedades que precisan a su vez tratamientos con nuevos fármacos. Por este motivo, es necesaria una investigación permanente, tanto clínica como experimental, para comprender los mecanismos responsables de los efectos indeseables (de naturaleza alérgica o no) que puede producir un medicamento.