13Feb. 01
Aunque se trata de una enfermedad leve, la varicela puede producir infección generalizada, afectación pulmonar y hepatomegalia.
«En un plazo medio de tiempo en España estaremos vacunando contra la varicela», afirmó Alfonso Delgado, el presidente de la Asociación Española de Pediatría (AEP), en el curso de una reunión europea celebrada en Madrid, para debatir sobre la vacunación en varicela. Según un estudio realizado en España durante el pasado año, tres de cada mil niños no inmunodeprimidos deben ser hospitalizados debido a complicaciones originadas por la varicela.
Datos significativos
Para realizar este estudio se han analizado 446 historias clínicas de niños hospitalizados por varicela complicada o no complicada, entre el 1 de enero de 1990 y el 31 de diciembre de 1999. Han participado en el trabajo los hospitales de la Vall d´Hebron y Sant Joan de Déu, en Barcelona, y La Paz, Doce de Octubre y Gregorio Marañón, de Madrid. Los resultados han sido presentados por el doctor Moraga Llop, profesor asociado de Pediatría de la Universidad Autónoma de Barcelona y miembro del Comité Asesor de Vacunas de la AEP. «Estos datos no hacen sino demostrar que la varicela no es una enfermedad benigna, como se ha creído tradicionalmente, si no que presenta una serie de complicaciones bacterianas, que en ocasiones llegan a producir la muerte del paciente», explica.
Un 33 por ciento de niños hospitalizados por varicela, lo hicieron a causa de infecciones bacterianas cutáneas. En estos casos la lesión producida por varicela actúa como puerta de acceso a otras infecciones, llegando incluso a producir sepsis. Las complicaciones neurológicas han llegado a provocar el ingreso de un dieciseis por ciento de los casos revisados y un once por ciento desarrolló neumonía o pleuroneumonía. Un cuatro por ciento tuvo complicaciones hematológicas como disminución de plaquetas en sangre. El resto de los casos, el 36 por ciento, se trataba de niños hospitalizados por diferentes procesos.
Aunque la varicela está producida por el virus Varicela-Zoster (lo que deviene en posteriores herpes recidivantes), los principales agentes causantes de las complicaciones bacterianas fueron Streptococcus pyogenes y Staphylococus aureus. En los diez años observados se ha comprobado que en el segundo quinquenio ha sido cuando se han producido más hospitalizaciones.
«Esto no quiere decir que nos encontremos ante un repunte de la enfermedad, sino que ahora se están haciendo y conociendo unos estudios que demuestran que infravalorábamos el problema real de la varicela, tanto en su incidencia en salud pública como los costos sanitarios y sociales que conlleva», puntualiza el profesor Lluís Salleras, director general de Salud Pública de la Generalitat de Catalunya.
Efectivamente, según datos aportados por la AEP, si se tiene en cuenta que cada año se producen en España entre 180.000 y 200.000 casos de varicela, la implantación de la vacuna supondría un coste de 1.500 pesetas por niño pero ahorraría 600 millones de pesetas anuales.
Sólo de uso hospitalario
Aunque se conoce desde hace 25 años, Japón fue el primer país en utilizar la vacuna. Se trata de un producto de uso hospitalario, administrado en pacientes inmunodeprimidos y afectados por otras patologías como sida o cáncer.
Pero desde hace dos años en Estados Unidos se ha incluido en la agenda vacunal y, aunque aún no ha llegado a Europa esta indicación los esfuerzos del European Working Group o Varicella Vaccination y el Comité Asesor de Vacunas de la AEP, hacen pensar que en breve estará disponible esta recomendación en España.
El doctor Javier de Arístegui, presidente de este comité cree que las autoridades sanitarias no tardarán en tomar decisiones en este camino, ya que los estudios realizados así lo avalan clínica y económicamente. «De forma sistemática y universal, ningún país europeo está vacunando todavía, aunque en algunos sí está disponible. Hasta ahora se consideraba que la varicela no era una enfermedad importante, entre otras cosas porque no contábamos con estudios suficientes. Ahora, a la luz de los datos disponibles, sería lógico un cambio de actitud en la sociedad médica y en las autoridades sanitarias europeas».
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