Un estudio realizado en más de 3.000 mujeres de los cinco continentes y capitaneado por el Nottinghan City Hospital ha revelado que más de la mitad de la población femenina registra déficit de vitamina D, clave para prevenir las fracturas de cadera y vértebras propias de la osteoporosis. Los datos del estudio reflejan que en los países más cálidos, las radiaciones solares, principal fuente de vitamina D, son insuficientes para prevenir una patología que afecta a 200 millones de mujeres de todo el mundo.
La vitamina D es esencial para que nuestro organismo pueda absorber el calcio obtenido a través de la dieta o de suplementos alimenticios y poder garantizarnos unos huesos fuertes y sanos durante toda la vida. Esta vitamina la podemos encontrar sobre todo en la yema de huevo, hígado de animales, pescados grasos como el salmón, ostras, entre otros alimentos, y las radiaciones solares ayudan a que nuestro organismo la absorba. Durante la época de la menopausia, el organismo asimila una menor cantidad de calcio lo que produce una pérdida de masa ósea que nos predispone a sufrir fracturas osteoporósicas.
Uno de los factores clave que influye en esta mala densidad ósea es una insuficiente cantidad de vitamina D, como han confirmado los datos de un estudio internacional en el que han participado casi 3.000 mujeres con osteoporosis de Estados Unidos, Europa, Oriente Medio, Asia, Hispanoamérica y de la costa oeste del Pacífico. En todos los países donde se ha realizado el estudio, más de la mitad de las mujeres han registrado niveles inadecuados de esta vitamina.
«Los datos del estudio revelan un déficit preocupante de vitamina D en mujeres posmenopáusicas, cuando una gran parte de ellas reciben actualmente tratamiento para prevenir las fracturas», denuncia el doctor Esteban Jódar Gimeno, del Servicio de Endocrinología del Hospital 12 de Octubre de Madrid. Este hospital madrileño ha liderado otro estudio en el que se han revisado todos los casos de fracturas causadas por la osteoporosis para descubrir que en el 93 por ciento de ellos existía un déficit de vitamina D. Esta carencia, en palabras del doctor Jódar, es atribuible «al hecho que cada vez nos exponemos menos al sol o lo hacemos con un factor de protección muy elevado, lo que nos limita a la hora de absorber esta vitamina». Además, «se confirma que las pacientes no siguen estrictamente los tratamientos de prevención», alerta el especialista.
Por otro lado, el doctor Jódar explica que este déficit de vitamina D «se extiende a toda la población y no sólo a las mujeres con menopausia. Por ello, además de un aporte vitamínico complementario en el caso que sea necesario, el especialista aconseja pasar unos 15 minutos al sol, en horas de baja intensidad lumínica, fundamental para ayudar al organismo a asimilar el calcio que necesita».
Protección solar en exceso, enemiga de la osteoporosis
Así mismo, el estudio ha desmontado la creencia de que el sol constituye una fuente natural suficiente de vitamina D para las personas. La investigación ha dado la vuelta a la creencia general de que las mujeres con osteoporosis que viven en latitudes más soleadas no tienen que preocuparse por la vitamina D, porque se ha demostrado que «el sol nos les proporciona toda la cantidad que necesitan», explica el doctor David Hosking, médico especialista de la Sección de Metabolismo Mineral del Nottinghan City Hospital, uno de los principales investigadores del estudio. Así, «la vestimenta, la fotoprotección y evitar la exposición al sol, en los climas más cálidos, son la respuesta a la carencia de vitamina D que se han observado en el estudio, con independencia de la latitud geográfica de la población estudiada», concluye el especialista inglés.
Los resultados de esta investigación capitaneada por el Nottingham City Hospital, han sido presentados en el Congreso Anual Europeo de Reumatología (EULAR), celebrado recientemente en Viena (Austria).
La osteoporosis es una enfermedad crónica que no manifiesta síntomas hasta que no se produce una fractura de cadera o de vértebras, las más frecuentes. Actualmente, una de cada tres mujeres con edades comprendidas entre los 60 y 70 años la sufren y dos terceras partes con edad superior; los hombres no se libran de esta patología aunque les afecta en menor medida, según estudios. La vitamina D es la principal baza para prevenirla y la cantidad que puede ser producida por nuestra piel puede depender de la estación, latitud geográfica, hora del día, clima, niebla, vestimenta y pigmentación de la piel, entre otros factores. El sol es la principal fuente de vitamina D. Sin embargo, con el envejecimiento de nuestro organismo, la capacidad de nuestra piel para transformar la luz solar en vitamina D se va mermando. Por ello, «necesitamos un aporte adicional de esta vitamina para prolongar la fortaleza de nuestros huesos», recomienda el especialista del hospital madrileño.
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