La artritis psoriásica es una enfermedad inflamatoria crónica que afecta a aproximadamente uno de cada cuatro pacientes con psoriasis cutánea. Las manifestaciones de esta enfermedad son muy variables, siendo la principal la inflamación articular, que puede presentarse de diversas formas.
Síntomas de la artritis psoriásica
La artritis psoriásica puede manifestarse de diversas formas. Por un lado, está la monoartritis, que se da en una sola articulación. La oligoartritis afecta a unas pocas articulaciones (menos de cinco), mientras que la poliartritis afecta a muchas articulaciones de tendencia asimétrica.
Además, existen otras manifestaciones músculoesqueléticas en la artritis psoriásica, como la entesitis, que es la inflamación de la unión de un tendón, una cápsula articular o un ligamento al hueso. También puede producir inflamación del esqueleto axial en la columna cervical fundamentalmente y las articulaciones sacroiacas, esta inflamación se manifiesta como dolor y rigidez que mejora con la actividad física y los antiinflamatorios, aunque con frecuencia las técnicas de imagen y especialmente la resonancia son las que nos dan el diagnóstico.
Diagnóstico de la artritis psoriásica
El diagnóstico de la artritis psoriásica es fundamentalmente clínico. El médico valorará los síntomas y realizará una exploración física detallada. En muchas ocasiones, es necesario realizar técnicas de imagen, como la resonancia magnética, para confirmar el diagnóstico.
Tratamiento de la artritis psoriásica
El tratamiento de la artritis psoriásica incluye la fisioterapia, incluido el propio ejercicio físico, y los fármacos que modulan el sistema inmunológico para controlar la inflamación en todas las localizaciones. Estos fármacos biológicos bloquean moléculas o células responsables de la inflamación y son medicamentos muy eficaces en el control de la enfermedad.
El tratamiento inicial incluye fármacos modificadores de la enfermedad denominados sintéticos, como el metotrexato o la lepronomía. La eficacia y la tolerancia de estos fármacos, pese a ser adecuada, no consigue el control de la inflamación en muchos casos.
Existen fármacos orales que pueden ser útiles en casos moderados mediante la inhibición de la fosfodiesterasa 4, y si estos fármacos no son suficientes, podemos utilizar fármacos biológicos que bloquean citoquinas proinflamatorias muy implicadas en la fisiopatología de la enfermedad.
Estos fármacos pueden ser útiles frente al factor de necrosis tumoral alfa, o frente a distintas interleucinas como la 17, la 12 o la 23.
Además, más recientemente también disponemos de otros fármacos orales que actúan sobre receptores celulares, los inhibidores de jackinasas, que han demostrado mejorar tanto la inflamación como el dolor de forma rápida.