Sabemos que las vacunas han sido un pilar fundamental en la preservación de millones de vidas en todo el mundo a lo largo de décadas, una realidad que ha sido reafirmada recientemente en el contexto de la pandemia por la COVID-19.
Sin embargo, también es sabido que la respuesta de las vacunas no es uniforme en todas las personas, y esta variabilidad tiene sus raíces en la predisposición individual a la vacunación, principalmente guiada por el funcionamiento único de nuestro sistema inmunitario.
Factores que influyen en la respuesta a las vacunas
La actividad del sistema inmunitario está íntimamente ligada a factores como la edad. Los niños, con sistemas inmunes aún en desarrollo, y las personas de edad avanzada, con respuestas inmunológicas disminuidas, son dos grupos especialmente vulnerables.
Además de los factores genéticos, elementos como el estado nutricional, ciertas enfermedades o la administración de medicamentos pueden modular nuestro sistema inmunitario, influyendo directamente en la eficacia de las vacunas administradas.
La microbiota intestinal: un papel fundamental para la eficacia de las vacunas
Es crucial destacar el papel esencial que desempeña la microbiota intestinal en el desarrollo y la regulación del sistema inmunitario. Tener una microbiota saludable puede condicionar significativamente la manera en la que nuestro cuerpo responde a las vacunas.
Gracias a avanzadas técnicas diagnósticas, hemos descubierto que aquellas personas con mayor diversidad en la composición de microorganismos intestinales tienden a responder de manera más efectiva a las vacunas. Estos avances abren la puerta a estrategias para mejorar la eficacia y la duración de la protección ofrecida por las vacunas.
Los probióticos y las vacunas: datos prometedores
Aunque se necesitan más investigaciones para comprender completamente los efectos de los probióticos como adyuvantes de la inmunización, existen datos prometedores, especialmente en adultos y ancianos vacunados, ya que los estudios en la infancia son aún limitados.
Un estudio en más de 200 ancianos inmunizados contra la gripe mostró que aquellos que consumieron un preparado fermentado con probióticos durante 13 semanas, desde el momento de la vacunación, generaron más anticuerpos, resultando en una protección más intensa y duradera en comparación con aquellos que no tomaron el probiótico.
En definitiva, las pruebas indican de manera convincente que las bacterias en nuestro tracto gastrointestinal influyen directamente en la regulación del sistema inmunitario.
Mantener una microbiota saludable y diversa podría ser la clave para mejorar nuestra respuesta a la vacunación.
Es plausible que, en el futuro, los profesionales de la salud recomienden la ingesta de probióticos para optimizar la inmunización frente a enfermedades.